Después de este parón vacacional, me pongo de nuevo
delante del teclado para contaros nuestras vivencias en EEUU,
concretamente en Austin (Texas). Como os conté en el último post,
decidimos quedarnos mas tiempo por aquí, es una experiencia única
que tenemos que aprovechar. Pensamos que tuvimos que hacer grandes
cambios en nuestras vidas para dar el paso de cruzar el charco y
después de comprobar que hemos sobrevivido, lo mejor era seguir con
esta aventura.
Teníamos muchas ganas de ir a España, de estar con los
nuestros, el viaje hacia allí fue una total odisea, que tuvo final
feliz, porque llegamos y lo vivimos como un momento que nunca
olvidaremos. Han sido casi tres meses, donde nos hemos cargado de
vivencias que tanto echamos de menos, el estar con la familia, con
los amigos, nuestra comida, nuestra casa, nuestro pueblo, nuestras
montañas... pienso que, tanto los niños como nosotros, hemos
aprovechado cada minuto allí.
Llevo toda mi vida viviendo en mi pueblo y sin embargo
me parecía un lugar nuevo, renovado. En realidad sé que todo sigue
igual, la que estaba diferente era yo. Me siento tan libre como
antes, pero la sensación de libertad, ahora, es distinta. Hemos
escapado de la comodidad y hemos logrado que todo funcione a cientos
de kilómetros de nuestro hogar, siento que puedo hacer cualquier
cosa.
Los primeros días fueron una locura, cada dos pasos
que dábamos por la calle, parábamos a saludar y contar la misma
historia. Ha sido tan bonito, creo que nos hemos centrado mas en la
calidad que en la cantidad, porque me hubiera encantado pasar mas
tiempo con todas las personas de allí. Una cena, o una comida, o un
café, o un entreno, o simplemente una "barsella" en medio
del Mercadona... de este verano, lo llevo dentro de mi.
El verano nos ha pasado muy rápido, llegamos a
principio de junio, todos estaban con su rutina de cole y trabajo y
sé que alteramos esos últimos días con nuestra llegada,
disfrutamos de los fines de cursos, como si hubiéramos estado allí
ese curso escolar. Vino J, y empezaron las fiestas, las quedadas y un
no parar hasta llegar agosto, donde los viajes y el campamento daban
por finalizado nuestro verano en España.
A pesar de tener claro que íbamos a volver, que ya
sabíamos a lo que nos enfrentamos al vivir aquí, que ya no tenemos
el miedo a lo desconocido, la despedida ha sido muuuucho mas dura que
el año pasado. Para nuestra gente creo que la despedida de este año
ha sido mas llevadera, es otro año mas, pero para nosotros es
diferente, porque somos conscientes de lo que significa pasar nueve
meses fuera . Es difícil de explicar, porque aquí estamos bien y es
lo que queremos, pero esa adrenalina a lo desconocido y esa
inconsciencia de como vivir un año en el extranjero, este año ya no
estaban. Incluso para los niños, después de pasar un verano de
diversión y jolgorio, venia al cole, al trabajo y a la rutina, sin
tener a los amigos de siempre, realmente ha sido duro...todos hemos
llorado mucho mas en las despedidas de este año que las del año
pasado.
Y ya estamos aquí, han pasado mas de dos semanas desde
que aterrizamos y para la tranquilidad de toda nuestra gente, estamos
bien. Los primero días fueron de melancolía total, no os voy a
mentir, sobre todo N. Pero bueno poco a poco lo vamos llevando y
parece que todo vuelve a la calma. La alegría de reencontrarnos con
nuestra familia de amigos en Austin tiene mucho que ver, también
hemos estrenado nuevo apartamento. Ahora vivimos mejor situados para
los coles de todos y estamos mas organizados.
Otra cosa que nos anima mucho, es pensar y organizar los
viajes que queremos hacer este año, así que nuestras cabezas no
paran de maquinar como aprovechar de todo lo que se nos presenta.
Una de las cosas que mucha gente me dijo, este verano,
es que no dejara el blog, y me he propuesto intentar hacer un post al
menos cada quince días contando un poco lo que hacemos por aquí,
curiosidades de una familia con tres hijos que pasó de vivir en un
pueblo de 10000 habitantes a la capital de Texas con 2 millones de
habitantes, y con una cultura tan diferente.
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